miércoles, 28 de enero de 2009

Vencer al orgullo es virtuoso

Siempre recordaré una ocasión en el cole en la que tenía que citar los siete pecados capitales, que me costaba un montón retenerlos por que me creía que el único método eficaz para no cometerlos era ignorarlos, y yo siempre dudaba de la pereza por que a mí, lo de quedarte en la cama espachurrao me parecía de lo más placentero, así que, cuando me tocó recitarlos en voz alta delante del profe, los iba cantando con evidente indecisión y sabía que me faltaba uno que podía ser ese de ser vago, pero me pareció oportuno, ante la duda, omitirlo y decir con pleno convencimiento "El orgullo". Me preguntó el profe por qué creía que eso era un pecado capital y, aunque sabía la respuesta, no fuí capaz de darla por esas cosas de la timidez cuando uno es un adolescente, por lo que me lo callé y lo intenté arreglar diciendo "La vagancia", ante la risa general de los compañeros que me veían ya completamente perdido.

Supongo que no nos ocurre a todos pero, quien más quien menos, en algún momento de nuestra vida, nos mostramos orgullosos y plenamente convencidos de que es algo digno de admiración. Lo cierto es que, no sé por qué, pero es una manifestación del carácter que se suele apremiar y adular, pero en realidad es un gravísimo error. El orgullo condiciona, te determina hasta el punto de que tienes que desestimar la ayuda del prójimo cuando puede ser beneficiosa, incluso te convierte en sordo ante la exposición de razonamientos de otras personas que van en contra de los tuyos. Un día, como estas cosas que ocurren en la evolución por generación expontánea, me di cuenta de que este rasgo era un auténtico defecto y que debía superarlo, por lo que aprendí a escuchar a los demás y entendí que no siempre estaba en posesión de la razón y me dejé ayudar y descubrí que todo era mucho más fácil cuando aceptas ayuda.

Hoy estoy empezando con la creación de mi blog. Hay un montón de cosas que se pueden hacer y me cuesta entenderlas por que soy un auténtico profano en tecnología moderna, pero sé que se pueden y yo solo no lo lograré y al final dejaré que este proyecto quede, como otros, en un intento fracasado, por lo que me he propuesto buscar ayuda para avanzar en mi determinación. La he encontrado y ahora sólo hace falta que mi disposición a entender lo que me aconsejen, sea la correcta y receptiva.

Gracias a quienes me den una opinión, un consejo, una crítica.

lunes, 26 de enero de 2009

Mis aficiones son mis tesoros



Anduve durante años probándolo, primero con sellos, luego con monedas y la verdad es que nada me motivaba. Quería tener una afición y no era capaz de encontrarla, hasta que cierto día, sin apenas imaginar que allí estaba, me encontré interesándome por las plantas y me engancharon todas, las que huelen, las que pinchan, las que ornamentan y las que alimentan. Sin habérmelo propuesto, descubrí que mi afición eran las plantas y con ellas me encontré abriendo una nueva ventana por la que me asomé a nuevos amigos, nuevos conocimientos y nuevas experiencias.

Mis favoritas son las fuchsias, que me reportan retos, que me reportan emociones. Y ahí ando, tratando de conocerlas poco a poco y descubriéndolas ayudado por un pequeño pero selecto grupo de aficionados. Son tan fascinantes como hermosas y me incitan a investigar, experimentar y luchar por conseguir simplemente mantenerlas de un año a otro sin que me las achicharre el sol o sin que una helada traicionera me las malogre. Me gustan y las quiero por que en ellas encuentro una forma de sentirme realizado y, lo más importante, una forma de deicar mi tiempo libre y evadirme de esa rutina que a veces nos resulta tan monótona.