martes, 24 de febrero de 2009
Mi carro se lo llevaron
He vivido y sentido tantos cambios a través de mi larga vida, que llego a la conclusión de que ya nada me altera ni me descompone, por muy visceral y grotesco que pueda parecer. Sí he de decir que me sigo sorprendiendo por algunos acontecimientos, aunque este sobresalto no dura más allá de los cinco minutos siguientes al descubrimiento de la noticia que para mí suponga novedad. Quiero creer que es justo lo que tardo en asumirla y encontrarle el sentido, algo que no siempre logro por que en mi cabeza la consciencia es algo que empieza a ser una razón de lucha en la que termino perdiendo y me traiciona evadiéndome a mis recuerdos dorados, los de mi juventud, que terminó justo cuando empecé a sentirme anciana, creo que no hace mucho.
Ya no me queda demasiado entusiasmo como para andar de un lado a otro, sobre todo por que me fallan las piernas y quizás también la motivación, por lo que opto por sentarme en mi sillón abatible, moderno como pocos, por que ni llevo moño ni tengo una mecedora, y allí me dedico a mirar a mi televisor de no sé cuantas pulgadas, pero muchas, plana, última generación, donde se ve y se escucha todo de maravilla, y me empapo de las noticias que dan en los noticiarios, aunque, también lo reconozco, muchas se me escapan, principalmente aquellas de política, que no me interesan por que no me aportan nada y siempre son las mismas, y es seguro que hasta los protagonistas sean otros, me da igual, pero las que atañen a personas normales, esas que suelen ser protagonistas accidental y puntualmente, son las que me aportan cierta curiosidad y en ellas me fijo, como la del señor aquél al que asesinaron una hija brutalmente hace años y hoy quieren meter en la cárcel por que insultó al letrado que no fue capaz de encerrar al culpable y hoy sigue en libertad sólo Dios sabe dónde. Seguro que me he perdido algo, pero soy incapaz de encontrarle lógica, por lo que siempre busco a alguien a quien preguntar si lo he entendido bien, siempre esperando que me aporten algo nuevo y me lo esclarezcan, cosa que no siempre consigo.
No creo que cualquier tiempo pasado haya sido mejor. Las cosas van cambiando y una intenta mantenerse sobre el carro todo el tiempo que pueda, hasta que llega el momento en que te caes y ya, bien por que te falten fuerzas, bien por que no te da tiempo, prefieres quedarte abajo y seguirlo a tu ritmo, despacito y con tiento, sin grandes pretensiones, sin perderlo de vista, pero fuera de él. Y tan agusto.
viernes, 13 de febrero de 2009
Un traspiés.
La experiencia me permite controlar mis emociones y contener las lágrimas cuando meto el pie en el agujero o reprimir el júbilo ante acontecimientos excesivamente reconfortantes, pero lo que siento, tanto si se queda dentro de mí como si lo expreso, eso, no soy capaz de conducirlo por que simplemente soy esclavo de mis sentimientos, y es algo que asumo, aunque me perturba cada vez que la vida me zarandea y me hace sentir vulnerabilidad, impotencia, decepción o rabia.
La razón es la que me hace seleccionar los senderos oportunos y esquivar esas sensaciones de las que huyo, y aún así, mis sentimientos me obligan a pisar la caca de perro en vez de sortearla, sabiendo que unos metros y unas semanas después me encontraré con otra. Esto es como comprarse un Viceroy, que es lo que tengo, es lo que soy, un lo tomas o lo dejas y te dedicas a seguir andando por la bordurita de la vida para no machacarte los pies y llegar con ellos intactos a no sé donde, que es el objetivo de mi vida, aunque para ello tenga también que ignorar las metas que me he propuesto o, incluso mejor, no proponerme ninguna más para no tener que luchar por conseguirlas.
Me cruzo con alguien y decido que me apetece compañia durante un trecho, pero en breve me doy cuenta de que ir a su lado significa encontrarme con nuevos obstáculos para mí, por que este alguien tiene una forma paralela a la mia de caminar pero sus pies son diferentes, menos cautos quizás o más torpes, el caso es que tropieza y yo intento ayudarle a levantarse y él no pone nada de su parte, así que me arrastra y caigo junto a él.
Sé que nuestros caminos deberían seguir por separado y que se han cruzado por accidente, me lo dice mi lógica, pero no puedo dejar de seguir conversando con él, riendo con él, admirando juntos como sale el sol para ambos cada día y temiendo ese momento inevitable en el que uno se quedará atrás mirando la puesta de sol, consiciente de que el otro se aleja, y entonces seguirá allí sentado, hasta que oscurezca y sin volver la ccabeza por que sabe que deberá continuar solo.
lunes, 9 de febrero de 2009
Mi jardín: 2008. Empiezan los cambios
El jardín es pequeño y la idea es que toda su perspectiva se pueda disfrutar desde la zona de ocio, donde está la mesa para sentarse a comer, leer, etc.
Los arriates aún contienen plantas jóvenes que tienen que ir creciendo para conseguir la estructura, aunque siempre irán acompañados de ornamentales anuales.
La barbacoa queda discreta en un lateral, pero ha ido encerrándose a medida que la vegetación va creciendo (un manzano sobre ella, un albaricoquero cuyas ramas ya lo alcanzan y las arizónicas del vecino colindante) y se convierte en un espacio poco propicio para andar haciendo fuegos, pero no consigo encontrarle otra ubicación donde moverla por que el espacio es muy limitado.
Al fondo de esta imagen, junto al cobertizo de madera que he colocado par los aperos, he dedicado un trocito a huerto. De momento sólo he probado a ver qué tal se da, pero no me termina de convencer por que atrae muchas plagas y creo que este año lo reduciré y convertiré en huerto ornamental, mezclando hortalizas con flor de temporada (tagetes, dalias y otras por el estilo)
Este es el camino que lleva a la entrada de la vivienda, a lo que es el patio de entrada. Está protegido por un enorme frutal y la zona es muy sombreada, por lo que he probado este año a colocar fuchsias. No han ido mal, pero no es el mejor de los sitios por que a estas plantitas les gusta un poco de sol mañanero para florecer mejor.
domingo, 8 de febrero de 2009
Goles de pasión
Este sábado pasado jugaba el Rela Madrid, casi nada, y asumi que sería imposible encontrar algún bar de los contados que hay en mi pueblo, donde no tuvieran puesto el partido, por lo que el objetivo era encontrar un hueco en la barra. Y allí estaba yo, entre una multitud que miraba atónita y apasionada la televisión disfrutando, segundo a segundo, lo que estaban presenciando. Entonces me pregunté ¿por que no puede gustarme a mí?. Sería fabuloso poder pasar un par de horas fascinado por el ambiente del acontecimiento, con un par de botellines y envuelto en el calor de la masa, siendo una más, como disfrutaría, por ejemplo, si estuviesen poniendo un documental de La vuelta al mundo en 80 jardines. Entonces me imaginaba a todo el mundo siguiéndolo con gran interés y saboreando el momento de una afición compartida, esperando el día, la hora de salir al bar a ver el documental. Me resultó cómico, pero pude comprender perfectamente cuál era el vínculo que unia a todas aquellas personas y me fastidió sentirme excluido.
No puedo controlar lo que me gusta y lo que no, así que no me queda más que aguantarme y perderme la pasión del gol. Seguiré evitando el partido de los sábados y, cuando no me quede otra, seguiré sintiéndome un espectador, no del espectáculo que se retransmite, sino del que ofrece la gente cuando lo están disfrutando, con sus mordidas de labios, sus aspavientos, sus gritos, sus ojos desencajados y sus muestras de júbilo cuando el balón entra en la portería del contrario. Siento envidia. Ojalá me gustase.
Afortunados los que lo vivís con tanta fascinación.
lunes, 2 de febrero de 2009
Mi jardín: El inicio
Todo fue el producto del desconocimiento y de una total falta de asesoramiento. Por aquel entonces, hacia el año 1998, yo no tenía ni idea de cómo hacerlo y menos aún de que el tiempo y las circunstancias, me harian conocer gente que me ayudaría a ir modelando mis ideas ayudándome a proyectar lo que tenía en mi mente y quería salir.