domingo, 8 de febrero de 2009

Goles de pasión

Me gusta salir el sábado a tomar una cerveza antes de cenar, quizás incluso echar unos darditos, si estoy acompañado. A veces ocurre que llego a algún bar y me encuentro una enorme pantalla plana de 42" al fondo de la estancia, rodeada de una peña efervescente, botellín en mano, que me recuerda la adoración de algún oráculo; es el fútbol. No me gusta el ambientillo que se respira, por lo que prefiero salirme y buscar otro sitio más recatado donde tomarme mi cerveza agusto, no más de 10 minutos, lo que, a veces, se convierte en una misión imposible por que juega alguno de los equipos de mega stars. Sólo el ruidillo de fondo aquél del locutor que retransmite el partido, silbidos, alguna palabreja mal sonante y el "uysssss..." ocasional pero constante de los espectadores, me hace sentir completamente fuera de lugar y ligeramente incómodo.

Este sábado pasado jugaba el Rela Madrid, casi nada, y asumi que sería imposible encontrar algún bar de los contados que hay en mi pueblo, donde no tuvieran puesto el partido, por lo que el objetivo era encontrar un hueco en la barra. Y allí estaba yo, entre una multitud que miraba atónita y apasionada la televisión disfrutando, segundo a segundo, lo que estaban presenciando. Entonces me pregunté ¿por que no puede gustarme a mí?. Sería fabuloso poder pasar un par de horas fascinado por el ambiente del acontecimiento, con un par de botellines y envuelto en el calor de la masa, siendo una más, como disfrutaría, por ejemplo, si estuviesen poniendo un documental de La vuelta al mundo en 80 jardines. Entonces me imaginaba a todo el mundo siguiéndolo con gran interés y saboreando el momento de una afición compartida, esperando el día, la hora de salir al bar a ver el documental. Me resultó cómico, pero pude comprender perfectamente cuál era el vínculo que unia a todas aquellas personas y me fastidió sentirme excluido.

No puedo controlar lo que me gusta y lo que no, así que no me queda más que aguantarme y perderme la pasión del gol. Seguiré evitando el partido de los sábados y, cuando no me quede otra, seguiré sintiéndome un espectador, no del espectáculo que se retransmite, sino del que ofrece la gente cuando lo están disfrutando, con sus mordidas de labios, sus aspavientos, sus gritos, sus ojos desencajados y sus muestras de júbilo cuando el balón entra en la portería del contrario. Siento envidia. Ojalá me gustase.

Afortunados los que lo vivís con tanta fascinación.

2 comentarios:

  1. Yo tengo un grupo de amigos madridistas incondicionales. Todos los sábados se juntan en cualquier bar para ver el partido del Real Madrid junto a otras decenas de madridistas empedernidos y chillones. A veces he estado con ellos en el bar (por amistad, no me gusta el fútbol, salvo el que está haciendo este año el Barça) Sistemáticamente me pongo a favor del equipo que juega contra el Madrid, quizás por masoquismo. Reconozco que experimento un gran placer cuando grito, yo solo, un ¡¡¡goooool!!! si marca el equipo contrario, o un ¡¡¡uissss!!! cuando un pelotazo de un jugador rival pasa rozando el poste, mientras noto cien miradas de odio concentradas en mí. Cualquier día me sacan en camilla...

    ResponderEliminar
  2. ¿Y lo bien que te lo pasas?. Se trata de eso, de disfrutar, y el fútbol ofrece una diversión practicamente gratuita, apenas te cuesta pasar una estupenda velada las 2 ó 3 cervezas que te tomas en compañia de los colegas, aunque sólo sea para llevarles la contraria :-).

    Yo me quejo por que el espectáculo-deporte no me ha tocado con su ala de aficionado y no puedo disfrutarlo con los demás. Y eso que lo he intentado, que también he tenido amigos forofos y he tenido que estar con ellos tragándome el partido. Y aburriéndome soberanamente y sintiéndome estúpido por no ser capaz de apreciarlo.

    ResponderEliminar